Hace 10 años, por esta misma época, estaba en Bogotá, buscando un nuevo horizonte. Un día un colega de la universidad donde trabajaba me dijo que un instituto de Singapur buscaba profesores para llevarlos al Asia. Al principio, como somos los colombianos, desconfié de la noticia. Sin embargo busqué información y me aseguré que fuera algo real, y así fue.
Inicialmente iba para Shanghai, pero el destino me hizo una jugada. Cuando el proceso de aplicación iba a la mitad, la empresa me comunicó que en China no había lugar, pero que había una opción en India. ¡Plop!… «Yo quiero ir a China…» – dije. Sin embargo les dije que llamaran pasados 10 minutos, y yo les diría si iba a India o no. En aquella época no habían grupos de facebook, ni twitter, ni nada, y la información de India en Internet era más bien poca, y la que tenía en mi cabeza era la película de Indiana Jones y el templo de la perdición y la película de Gandhi (ignorante, pero fue lo mejor). No quería ir a donde otros estaba yendo (USA, Europa), así que dije que si.
Llegué a India sin otra pretensión más que trabajar. No iba buscando haber que enviaba para vender en Colombia, ni que negocio me levantaba. Trabajaría como profesor, y así lo hice por 2 años.
No fue fácil al principio. Sentía mucha soledad, a pesar de los miles de millones de personas, pues no había nadie que hablara español. La comida me era rara, había ruido, mucho ruido… aún así, decidí avanzar. Solo 6 meses después, logré ver a India diferente. Al principio fui una caja musical llena de quejas, pero sólo hasta que me di cuenta que era yo el que tenía que cambiar, vi el lado brillante de India. Descubrí el genio de la lámpara. Porque una cosa es ir de turista, y otra muy diferente es vivir en India.
Tengo un antes y un después de India. No sigo a ningún maestro, ni he pisado la puerta de un ashram. No hago yoga, pero si al caso medito, pero a una manera personal. La vida aquí y a dónde voy se volvió mi tutora. Vivir en India me enseñó muchas cosas, a ser flexible, paciente, a aceptar la diferencia, a vivir con poco, solo o acompañado, a ver que los valores en todo ambiente son importantes, pero también a luchar y a abrirme espacio. Encontré al amor de mi vida, y ahora tenemos una niña a la que amamos. Gracias a esta experiencia, incluso he llegado a situaciones especiales, como el hecho de ayudar a promover las relaciones bilaterales de Colombia con India; y también me ha permitido conocer otro centenar de personalidades.
Yo tenía planeado venir a India a finales de 2015, como una especie de «conmemoración personal» a mi llegada por accidente a este país. Pero el destino me volvió a hacer otra jugada, y ese viaje se adelantó ¡y de que forma! Ha sido mi mejor viaje por India hasta el momento, con algunas experiencias que iré narrando. Ya se termina este viaje, pero sé que es el inicio de algo nuevo.
Aunque han pasado 10 años, parece que fue ayer cuando dije «… yes, I am coming to Mumbai».
Publicado originalmente en: The Indian Experience.