Avatara Hindú y Encarnación Cristiana: Una comparación. Parte 3.

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COMPARACIÓN

Similitudes

Tanto el avat¯ara como la encarnación son inmanentes, pero a la vez transcendentes y libres. No están sujetos a las leyes de la naturaleza como lo están los seres humanos. Su entrada en el mundo generalmente es milagrosa, acompañada por signos extraordinarios. Revelan el amor y la preocupación personal de Dios y ponen de relieve la devoción amorosa (bhakti) más que el conocimiento (jñâna). En ambos casos, el descenso de Dios permite a los seres humanos ascender a Dios. Los seres humanos quedan realzados a una divinidad superior; quedan divinizados en el hinduismo y son adoptados como hijos de Dios en el cristianismo.

Ambas concepciones conceden importancia al mundo y justifican una implicación sin egoísmos en el mundo, más que la renuncia a éste. En el Gîtâ (3. 19-25) Krsna nos exhorta no sólo a tomar distancia, sino también a estar implicados en el mundo y a trabajar por el bienestar de la gente. Krsna ha sido interpretado no sólo como aquél que garantiza la salvación más allá del mundo, sino también como aquél que enseña el arte de la política. En la India moderna, gente como Tilak y Gandhi se inspiraron en el Gîtâ para trabajar por la libertad política así como por la mejora de los pobres y de los oprimidos. De manera parecida, la vida de Râma es un modelo e inspiración para los que desean propiciar el reino de Râma – el reino de paz, justicia y amor. En el NT (Jn 5,17; Mt 20,28 [Mc 10,45]) también Jesús está preocupado no sólo por el mundo por venir sino también por el establecimiento de un reino de justicia, paz y amor en este mundo. Proclama que los pobres son benditos (Lc 6,20). Es amigo de cobradores de impuestos y de pecadores (Mt 11,19 [Lc 7,34]) y cura a parias, incluyendo los leprosos (Lc 7,22). Teólogos de la liberación han llamado la atención sobre este aspecto de la vida y la obra de Jesús. Quieren superar la pobreza, la desigualdad, la opresión y la injusticia y promover el reino de Dios aquí en la tierra.

Avat¯ara y Cristo: interpretaciones abusivas

En este contexto vale la pena destacar que, en algunos casos, el avat¯ara y Cristo han sido utilizados de manera indebida o abusiva por gente con intereses creados. Desde un punto de vista socio-religioso, algunos avat¯aras han sido interpretados como los que expresan la superioridad o dominación o acción opresiva de un grupo sobre
otro. Por ejemplo, la historia del avat¯ara Vâmana (enano) se ha interpretado como la dominación de la raza aria sobre la raza dravidiana, representada por Bali, que es relegado a los mundos inferiores. El conflicto entre Râma y Râvana se ha interpretado también en un sentido racial, aquél representando a los arios y éste a los dravidianos.
Tanto es así que en lugar de celebrar Râma-lîlâ (la alegre y agradecida conmemoración y reescenificación de las maravillosas hazañas de Râma) algunos grupos dravidianos, especialmente en el Tamil Nadu, celebran Râvana-lîlâ glorificando sus hazañas heroicas y quemando la esfinge de Râma. Los Brahamanes se representan como superiores a los Ksatriyas en la historia del Brahaman Parasurâma, que en venganza extermina a todos los hombres de la clase Ksatriya veintiuna veces. De todas maneras, en la historia Râma, el incidente de la superioridad de Râma en relación a Parasurâma curvando el arco de Visnu se podría entender como que sugiere la superioridad de los
Ksatriyas sobre los Brahamanes. En el caso del avat¯ara Buddha, los hindúes son representados como religiosamente superiores a los budistas. También en la historia de la Cristiandad, se ha vinculado a Cristo con conquistas militares, colonizaciones, destrucción de culturas, persecuciones e intolerancia para con otras religiones. «Cristo
Rey» ha sido también asociado con los intereses de los ricos y poderosos, que explotan a los pobres y desamparados. En una carta abierta a Juan Pablo II, cuando visitó Perú, representantes de diferentes movimientos indígenas escribieron lo siguiente: “Juan Pablo II: Nosotros, los andinos e indios americanos, hemos decidido aprovechar su
visita para devolverle su Biblia, ya que en quinientos años no nos ha traído amor, paz o justicia. Le rogamos que se lleve su Biblia y que la devuelva a nuestros opresores, ya que ellos, más que nosotros, necesitan sus lecciones morales. Desde la llegada de Cristóbal Colón siempre se ha impuesto por la fuerza a América latina una cultura, una
lengua, una religión y unos valores que pertenecen a Europa. La Biblia llegó hasta nosotros como una parte de la transformación colonial impuesta. Fue el arma ideológica de aquél asalto colonialista. La espada española que atacó y asesinó a los indios de día, de noche se convertía en la cruz que atacaba su alma.”

La solución a este problema, naturalmente, no consiste en tirar por la ventana la Biblia o las Escrituras hindúes, sino en separar lo que es esencial y perenne de lo que es accidental y culturalmente condicionado. Dándonos cuenta de que la religión puede y ha sido manipulada, lo que necesitamos es reinterpretar la Biblia y los textos hindúes en un sentido liberador.

Diferencias

Aunque hay diferencias, los dos conceptos deavat¯ara y encarnación no son tan antitéticos como podría parecer a primera vista. Las distinciones no son siempre tajantes; antes bien son a menudo diferencias matizadas. Como veremos las variaciones se deben a las diferentes cosmovisiones de las dos tradiciones.

Muchos avat¯aras, una encarnación. Matices.

Hay muchos y repetidos ava-t¯aras, mientras que Cristo sólo se da una vez. Esto es congruente con las respectivas cosmovisiones cíclicas y lineales de las dos tradiciones. En el hinduismo hay ciclos de evolución y de disolución, por esta razón en el seno de esta cosmovisión tiene sentido que los avat¯aras vengan una y otra vez en épocas diferentes. Pero en el cristianismo el mundo es creado una sola vez y se mueve de manera linear hacia un objetivo final, por esta razón tiene sentido que la encarnación tenga lugar una vez por todas. Asimismo, el cristianismo no cree en la reencarnación: uno tiene sólo una oportunidad, una vida. En cambio el hinduismo cree en la reencarnación.

La distinción básica entre la única encarnación frente a diversos y repetidos avat¯aras necesita ser matizada con más precisión. También en el AT encontramos referencias a diversas teofanías, a Dios manifestándose Él mismo a gente, por ejemplo, en forma de fuego, de columna de fuego, etc. pero éstas no se consideran como encarnaciones. En segundo lugar, el Cristo resucitado se manifiesta también a sus discípulos, pero no se trata una nueva encarnación.

En tercer lugar, en el Cristianismo se habla de la segunda venida de Cristo, es decir, el regreso de Cristo en la gloria para juzgar el mundo, para castigar a los malvados y recompensar a los justos. Hoy en día, no se da mucho protagonismo a la segunda venida pero forma parte aún de la enseñanza oficial del Cristianismo. L. Berkhof, refiriéndose a Hch 1,11, destaca que la segunda venida de Cristo no será meramente una plena manifestación de su poder espiritual, sino un regreso real, en persona, en su cuerpo físico, que será visible. Esta segunda venida de Cristo, pues, es en un cierto sentido, similar al regreso de un avat¯ara. De todas maneras, difiere también de la
teoría general de los sucesivos avat¯aras, puesto que no se trata de una nueva encarnación sino del mismo idéntico Cristo volviendo en la gloria, al final del mundo. En otras palabras, una vez la segunda Persona (la Palabra) de la Trinidad tiene una naturaleza humana, no abandona esta naturaleza humana, aunque sea glorificado en su segunda venida. Por otra parte, una vez los avat¯aras han cumplido los propósitos por que han descendido, abandonan sus cuerpos y regresan a su forma original (Visnu). No obstante, hay excepciones. Por ejemplo, en el vaisnavismo engalí los avat¯aras son eternos; esto es, el avat¯ara siempre tiene aquella forma y nunca la abandona. Aun así, hay una diferencia: hay diferentes avat¯aras eternos en el vaisnavismo bengalí, mientras que en el cristianismo sólo hay una encarnación eterna.

Samuel Rayan menciona también la presencia de Cristo en los corazones humanos y la continuación de su actividad en el mundo a través del Espíritu. Con anterioridad V. Chakkarai había afirmado más contundentemente que «el Espíritu de Jesús se encarna una y otra vez en el corazón de los hombres… Dios habita en los hombres… no sólo con ellos, sino en ellos». Si bien es verdad que, en el cristianismo, Cristo está presente en el pueblo y en el mundo, especialmente a través de su Espíritu, esta presencia no es la misma que su presencia física y corporal. Por otra parte, en el vaisnavismo bengalí, Krsna, que es la fuente de los avat¯aras, se encuentra eternamente presente no sólo en su cielo eterno, sino también en las tierras de los diferentes universos.

Tomás de Aquino: ¿diversas y repetidas encarnaciones como posibilidad?

En el contexto de la comprensión vaisnavita de los avat¯aras, es muy interesante destacar las opiniones de Tomás de Aquino. Éste sostiene que, aunque de hecho sólo hay una encarnación y que es más propio de la Segunda Persona, antes que de las dos otras Personas, encarnarse, si Dios quisiese, las otras dos persones se hubieran podido encarnar (cfr. Summa Theologica 3ª.3, también para lo que sigue). Es también posible para las tres Personas de la Trinidad asumir juntas la misma naturaleza humana. Además, destaca que es posible para una Persona Trinitaria asumir más de una naturaleza humana. De esta manera parecería que la segunda Persona se podría encarnar otra vez. Aunque afirma que no sería conveniente para la Segunda Persona encarnarse en todos los seres humanos, podríamos concluir que no excluye la posibilidad de que Dios se encarnase en todos los seres humanos. De acuerdo con Tomás de Aquino, es apropiado para la naturaleza humana el hecho de ser asumido por Dios. En el caso de la naturaleza angélica no sería tan conveniente, aunque es posible también que la naturaleza angélica sea asumida por Dios. No obstante, la criaturas no racionales no tienen la aptitud de ser asumidas por Dios. Esta deficiencia de parte de
las criaturas no racionales, no obstante, no disminuye el poder de Dios de asumir tales naturalezas. Esto querría decir que, estrictamente hablando, los animales, las plantas e incluso las cosas inanimadas no tienen que quedar completamente excluidas. El hecho de que Tomás de Aquino acepte diversas y repetidas encarnaciones, al menos como
posibilidad, si no como realidad, aproxima el concepto cristiano de encarnación al concepto hindú. Algunos teólogos también hablan de la posibilidad de otra encarnación en algunos universos para nosotros desconocidos, o incluso en otros planetas dentro de nuestro universo si están habitados por seres inteligentes.

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