Saliendo de la zona de confort en India

Estaba en ese tren en la India atiborrado de gente, sintiéndome como mosco en leche, un poco espichado, sin entender sus lenguas y sintiéndome observado… claramente, yo era el único diferente, con un color de piel diferente, vestido diferente, el único con un morral de Totto anaranjado y verde que dice “Yo creo en Colombia” y el único calvo. Empecé a conversar con la gente. Siempre que me pasa esto me doy cuenta que el primer vínculo es el más difícil, pero una vez lo hago, todo fluye.

La gente en este fabuloso país lo mira a uno con una mirada transparente, amorosa, casi inquisidora. La mirada es a veces incómodamente larga, es como la de un niño inocente con ganas de descubrir al otro y sin pena de ver que descubre, ni miedo al qué dirán.

Si uno no se complica la vida, la vida no es complicada. No es complicado romper el hielo. Arranqué con una señora y su hijo, Swati y Swaraj, quienes me ofrecieron colocar mi morral en la repisa encima de ellos. Pregunté – “Do you speak English?” Con la respuesta afirmativa, todo fluyó. Empieza uno hablando de algo banal, no intimidatorio. El inicio de una buena conversación es con una pregunta, y luego otra y luego otra. Es una forma de darle al otro la oportunidad de medirlo a uno, de olerlo, de sentirlo, y uno a su vez, hacer lo mismo con el otro. Es el privilegio que uno se da de lograr vínculo, de descubrir ese común denominador, ese sentimiento precioso de pertenecer a la misma especie, a la raza humana. Es por supuesto también la oportunidad de ver si uno confía en el otro, si uno siente que puede confiar en el otro, si hay alguna señal de peligro (que la percibe uno normalmente en la tripa) que no le permita a uno construir confianza.

Cuando viajo, se que puedo enfocarme en monumentos y atracciones o puedo buscar experiencias. Las experiencias siempre involucran gente que es extraña. Contactar extraños implica riesgo, implica esfuerzo. Hay un riesgo inherente cada vez que uno se sale de su zona de confort.

Muchos aquí en India no hablan inglés pero con los que lo hacen, las conversaciones son deliciosas. De los comentarios banales va uno profundizando a conversaciones más profundas. Le pregunté a la señora y su hijo qué cambiarían de la India si pudiesen cambiar algo. Lo he hecho en varias ocasiones. Varios dicen – la corrupción. Otros, el gobierno. Esta mujer con su mirada profunda me dijo que lo que la faltaba a la India era conciencia social. Pedí me aclarara esto y ella me explicó que por ejemplo, los indios son muy limpios. Yo ya había notado esto. Hasta muchos de los mendigos en las calles, los veo y siento limpios. La India fue quien contagio a Europa de la buena práctica de limpieza corporal y bucal diaria.

Paradójicamente, es un país que muchos describen como sucio – de hecho el Primer Ministro Modi tiene una gran campaña para limpiar su país. Si, ve uno mucha basura, y ve uno los ríos y el mar contaminados ….mucho mas que algunos pueblos del Pacífico colombiano. Swati me explicó que la falta de conciencia social se traduce en que siendo gente limpia, algunos en la India no son conscientes que esa basura que botan a la calle y a los ríos, ensucia el país. El espacio común no es visto como de todos sino como de nadie. Propuse que hiciéramos algo al respecto – pregunté: “¿qué pasaría si cada uno de los 1,200,000,000 de indios recogiese cada día 5 piezas de basura de las calles?” Propuse que arrancáramos nosotros. Swati y Swaraj aceptaron con entusiasmo. Fui preguntándole a todos alrededor y logramos 24 personas que se comprometieron. Ando haciéndolo cada día y contagiando a otros.

Intercambiamos correos electrónicos con Swati y Swaraj. Esa noche les escribí y me invitaron a pasar un fin de semana en Pune con ellos en la casa de los abuelos. El abuelo y abuela tienen un nivel de energía fabuloso. Hospedan a 13 estudiantes universitarios en su casa. Tienen un jardín precioso con palo de mango y palma de coco, ambos extremadamente productivos como los dueños. El agua la calientan con energía solar. Para mi la experiencia de convivir con una familia india, y ver el amor, respeto, paciencia, prudencia, energía, emprendimiento y solidaridad en vivo y directo fue única.

El salirme de la zona de confort y arriesgarme, el permitirme venir a la India, el conversar con Swati y Swaraj, el escribirles, el aceptar su invitación y convivir con la familia un fin de semana, enriquece mi vida en una forma increíble. Siento que ese vínculo que hemos construido es para el resto de la vida.

Para Swati, el arriesgarse a invitarme, a invitar a un extraño a la casa de sus padres todo un fin de semana luego de habernos conocido en un apretujado vagón de tren, el arriesgarse a hacer algo que no es normal en su cultura y que en su familia nunca habían hecho, implicó también un riesgo enorme.

La vida sin riesgo es aburrida. Tanto ellos como yo nos beneficiamos profundamente. Tuve oportunidad de compartir con ellos mis reflexiones sobre como en Colombia estamos cambiando de mentalidad. El fin de semana fue la experiencia más poderosa de mi viaje hasta el momento. Y deja mucho mas huella en mi que cualquier monumento o atracción turística. Aprendiendo, compartiendo, generando vínculo, construimos paz en el mundo.

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